Opinión// Aldo Moretti
En las redes sociales se hizo viral el comentario de una joven que defendía sus honorarios de trabajo por el servicio de limpieza de hogar y cuidado domiciliario:
«Por estos días, no es raro escuchar frases como, necesito una chica para cuidar a mi mamá, pero $6000 la hora es muy caro” o “La limpieza a $7000 por hora es un abuso.
La respuesta más honesta a este planteo debería ser simple: si le parece caro, hágalo usted», categorizó.
El cuidado de adultos mayores o personas enfermas no es un favor, es un trabajo. Un trabajo que implica responsabilidad física y emocional: bañar, cambiar, alimentar, acompañar, administrar medicación, y en muchos casos, atender patologías complejas. Y todo eso durante horas, con paciencia, empatía y formación.
En la misma línea, las tareas de limpieza no son menos importantes. Quien contrata un servicio de este tipo debe entender que no se trata de “ganar dinero fácil”, sino de hacer el trabajo que otros no quieren o no pueden hacer: limpiar baños sucios, ordenar espacios descuidados, dejar un hogar habitable.
Sin embargo, persiste la idea de que pagar lo justo por estos trabajos es “caro”, mientras se justifican gastos en otras áreas personales. El problema no es económico, es cultural: se subestima lo que no se hace con corbata ni computadora.
A la luz del reflejo realista de la joven trabajadora, podemos aducir y agregar que si como sociedad no aprendemos a valorar el tiempo y esfuerzo de quienes cuidan y limpian, perpetuamos una cadena de desigualdad y desprecio por los oficios esenciales. La próxima vez que piense “es muy caro”, recuerde: lo que está pagando no es solo tiempo, está pagando dedicación, salud física y mental de una persona que hace por usted lo que usted no quiere o no puede hacer.
Porque el cuidado y la limpieza no son un gasto: son un trabajo, y merecen respeto.
